Saliendo de París, en dirección sur, llego al Cap d’Antibes. Es aquí, en esta casa blanca, que vuelvo a encontrar esos sentimientos olvidados, de la brisa que refresca la galería, de la calidez de los escalones que conducen al jardín y del agua turquesa que brilla en la piscina. Me acuesto bajo los limoneros, a la sombra, y escudriño el cielo azul, donde flotan algunas nubes, perdidas. El canto de las cigarras es reemplazado lentamente por risas. Los rayos del sol acarician mi rostro y me tranquilizo; seducido por la dulzura del verano.
Neroli marroquí, mandarina italiana, limón italiano, higo, absoluto de azahar de Marruecos, jazmín, fresa, eucalipto, absoluto de flor eterna, pachulí de Indonesia, vetiver de Haití, absoluto de haba tonka
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